martes, 4 de diciembre de 2018

Poesía romántica de Marta Salandin

Extraño tu llave en nuestra puerta,
el abrazo ceñido y la esperanza...
Y la noche de invierno que ya no era fría,
con la tibieza compinche
de la estufa prendida...
La que nunca tuvimos
pero latía bajo el
amontonado enjambre
de nuestras cobijas.
Ese calor apenas esbozado
y tan ardiente.
Levitábamos sobre lo que fuera:
angostas laderas, agudas montañas,
inmensas quimeras...
Éramos amor, amor dulcificado,
amor refinado,
convertido en almíbar
o acíbar quemado…
No importaba lo dulce o amargo
si estar juntos era el milagro.
Tendidos cara al cielo
bajo los cipreses,
inventando doce perros
con coloridos arneses…
Y el ruiseñor cantando
y el colibrí libando,
y las flores como enredaderas
rodeando mis cabellos
besando mis caderas…
Y tus manos, tus fuertes manos
amando quien yo era,
marcándome
el camino de la vida.
Tarareando
tu canción de primavera.
Decías que era un piano,
que las melodías surgían
de mi cuerpo
y de tus manos.
Y cantabas
al compás de mis latidos
liberando no sé como
mis sonidos…
Mis quejidos que eran gozo
en lágrimas sumido.
Cómo hiciste amor...
Como hiciste para amarme tanto...

y dejarme solo huellas
para seguir andando.

Marta Salandin

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